martes, 23 de marzo de 2010

AMENÁBAR CONTRA LA SINRAZÓN.

Hay que remontarse mucho para recordar un año tan bueno del cine español como el que hemos vivido. Personalmente, no consigo acordarme de una ceremonia de los Goya con las dos películas más premiadas del nivel y la calidad de "Celda 211" y "Ágora". Ambas están muy alejadas de los géneros en los que clásicamente nuestro cine se ha sentido más cómodo. Pero además, cuentan con dos magníficos guiones y con una técnica más que notable. Son dos peliculones, en definitiva.
Hoy me voy a centrar en la película dirigida por Amenábar, al que llevo mucho tiempo considerando el Kubrick español por su versatilidad. Su nueva obra, basada nuevamente en un guión escrito a medias con Mateo Gil, me refirma en mi postura. No hace dos películas iguales.
“Ágora” es una película histórica atípica en el cine español, trata unos acontecimientos ajenos a nuestra historia, y, hasta donde yo sé, también en el cine mundial. Que yo sepa, nunca una película se centró en el desmoronamiento de Alejandría como epicentro cultural devorado por las guerras religiosas. Un destino que compartieron otras ciudades. Le pasó a Toledo en la época medieval, cuando los Reyes Católicos, ensalzados por nuestros libros de historia , desmontaron la escuela de traductores fundada años atrás por Alfonso X, al que por algo apodarían “el Sabio”. Le ocurrió a Sarajevo, cuyo arte multicultural pereció en gran parte pasto de la guerra de los Balcanes.
El tema de Ágora es universal, trasciende su contexto histórico: la guerra entre ciencia y religión. Como Hypatia, Galileo probó en carne propia la violencia de los que no están dispuestos a asumir que no existen verdades absolutas y que la humanidad necesita avanzar en el conocimiento del universo. ¿Cuántas personas habrán pagado el mismo precio en Afganistán a manos de los talibanes? (profesionales de los medios de información, el plural de talibán es talibanes)
Amenábar y Gil, Gil y Amenábar, nos invitan a un sano ejercicio de escepticismo. Nos avisan del peligro de no plantearnos siempre nuestras creencias. Lo hacen, además, mediante una historia ambientada en un momento histórico clave para el devenir de los pueblos mediterráneos de cultura latina, el paso del modo de producción esclavista al modo de producción feudal. En esa transición histórica, el cristianismo comienza siendo un factor revolucionario. ¿Cómo no van a abrazar los esclavos una religión que predica la igualdad de todos lo hombres? Pero se convierte es una construcción social reaccionaria, que legitima la dominación de los poderosos sobre los débiles y de los hombres sobre las mujeres. Vamos, que la peli tiene mucha chicha.

2 comentarios:

  1. has visitado el blog la décima víctima que tengo enlazado?? creo que te gustará ..
    por aquí todo bien, no??

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  2. Tiene muy buena pinta. Empezaré a visitarla.
    Todo bien. Un abrazo.

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